Hugues de Sade, el menor de los tres hermanos que, en línea directa, descienden del marqués de Sade, pertenece a esa generación que tenía 20 años en mayo del 68.
'Prohibido prohibir', 'Goza sin barreras', los eslóganes de la primavera revolucionaria parecían firmados por la propia mano del marqués. Entre las pintadas de aquella repentina ciudad de la utopía, una insólita inscripción en una de las paredes de la calle Gay-Lussac llamaba la atención: «¡Sádicos de todos los países del mundo, poned de moda las luchas del divino marqués!». El fantasma de Sade también trepaba por las barricadas...
La Familia del Divino toma la palabra
Hugues de Sade es hoy el gestor de la Casa de Sade. Me emocionó un día al confiarme un recuerdo de infancia: la revelación de la existencia de la biblioteca, emparedada entre dos muros, en el castillo familiar de Condé-en-Brie: contenía todos los manuscritos del marqués. La celebración de su bicentenario le conmueve. «Por primera vez, en nuestra familia podemos celebrar la gloria literaria del divino marqués», cuenta. «Por fin se ha convertido en una figura aceptada y reconocida en el mundo entero. La prueba son las dos grandes exposiciones consagradas a su figura inauguradas en París: la primera, dedicada al manuscrito de Los 120 días de Sodoma; y la del Museo de Orsay, titulada Sade. Un ataque al sol. Sin olvidar la publicación en la Pléiade de tres de sus obras, entre las que figura Justine o los infortunios de la virtud. Ya forma parte del panteón literario francés. Y eso no es todo. En Ginebra, la Fundación Bodmer expone numerosos manuscritos pertenecientes al fondo familiar. Japón honrará a nuestro antepasado, por su parte, con un gran acontecimiento en 2016. No olvidemos que el escritor Yukio Mishima es el autor de una obra de teatro titulada Madame de Sade».
Borrado del Árboñ Genealógico
Thibault es el miembro literario de la familia. No olvida el consejo que su ancestro dio a los escritores. «Desgraciado el escritor mediocre y aburrido que solo busque adular las opiniones de su tiempo». Licenciado en Ciencias Políticas y autor de la obra Sade. Sobre los sistemas políticos razonados, Thibault hizo carrera en los gabinetes de varios ministerios de Francia. «El ostracismo familiar comenzó al día siguiente de su muerte», recuerda. «Su hijo, Donatien Claude Armand, del cual descendemos en línea directa, mandó quemar una gran parte de sus obras. Fue él quien impuso el tabú sobre su padre a sus descendientes: la prohibición total de hablar de él en la familia. De esta forma se borró su nombre del pensamiento y de los árboles genealógicos. Era como el diablo... o casi. Esa persecución durará un siglo y medio, hasta que nuestros padres, Xavier y Rose, deciden levantar con valentía el velo del secreto familiar en el año 1946. Se dice que mi abuelo musitó al oído del escritor Maurice Heine, muy interesado por los manuscritos del marqués: '¡Sobre todo no hable de él a los criados ni a los niños!'. Nuestros padres dedicaron decenas de años a editar, publicar y dar a conocer su inmensa correspondencia».
De Libertino a luchador por la Libertad
Para Thibault de Sade, el autor de 'Justine o los infortunios de la virtud' será siempre un vivificante combatiente por la libertad. Cita a Paul Éluard, que en 1926 dijo: «Por haber querido devolver a los hombres civilizados la fuerza de sus instintos primitivos, por haber querido liberar la imaginación amorosa y por haber luchado desesperadamente a favor de la justicia y de la igualdad absolutas, el marqués de Sade fue encerrado casi de por vida en la Bastilla, en Vincennes y en Charenton».Thibault continúa con su discurso: «Sade es ante todo el símbolo de la libertad. ¡Un hombre libre más allá de los muros de las prisiones! Un hombre convulsionado por las pasiones y los acontecimientos que rebosa de descubrimientos contradictorios, de promesas rotas, que desea conocerlo todo, verlo todo, aprenderlo todo, razonarlo todo, conceptualizarlo todo, y que pagó con su vida, con su nombre y su imagen ese tributo al conocimiento. Su ferocidad verbal es un hecho, pero también los prejuicios de las épocas que lo condenaron con el marchamo de 'monstruo de perversidad'. ¡Tonterías! ¡Era un monstruo, sí, pero de libertad!»Elzéar, el mayor de los Sade, celebra a su manera la rehabilitación de su antepasado. Con ocasión del bicentenario, enarbola por fin su título. «Soy el mayor de la sexta generación, y creo que hay que defender su memoria. Desde la muerte de Donatien, ninguno de sus descendientes ha querido llevar el título de marqués de Sade para no arriesgarse a que lo identificaran con el personaje maldito», confiesa. Este diseñador gráfico que vive cerca de la ciudad de Richelieu defiende la inocencia del autor de 'Los 120 días de Sodoma', al tiempo que cita sus palabras. «Sí, yo soy un libertino, lo confieso; he concebido con mi mente todo lo que es posible concebir como libertino, pero desde luego no he hecho todo lo que he concebido y seguramente no lo haré nunca. Soy un libertino, pero no soy un criminal ni un asesino».
La Familia Contraataca 200 años después
Hoy, toda la familia de Sade está implicada en la lucha para hacer que la obra del marqués sea imperecedera, los cinco hermanos, también las chicas: Marie-Laure y Marie-Aigline. La nueva generación se suma a la misión familiar utilizando los medios modernos de comunicación. El hijo de Elzéar, Enguerrand, se ocupa de la página web www.marquis-de-sade.com con ayuda de su hermana Adélaïde. El hijo de Thibault, Louis-Marie, gestiona el sitio oficial del bicentenario (www.bicentenaire.marquis-de-sade.com) y las redes sociales (Facebook y Twitter).
Sade, El Señor de todas las perversidades
En la cascada de descendientes, todos de caracteres firmes y decididos, destaca la bellísima Laure de Sade (1859-1936), que se convirtió por matrimonio en la condesa Adhéaume de Chevigné. Su salón fue famoso en la Belle Époque y atrajo a numerosas personalidades de París, entre ellas al joven Marcel Proust, que se inspiró en algunos de sus rasgos para crear a la duquesa de Guermantes. También sobresale Marie-Laure de Noailles, que recompró el famoso manuscrito de Los 120 días de Sodoma.Sade, señor de todas las perversidades, había proclamado esta estricta regla: «Nada es sagrado en una familia». Numerosas personalidades contemporáneas ya no ocultan los lazos de admiración que las unen con el dueño del castillo de Lacoste. Lo han hecho, entre otros, el senador y exministro Henri de Raincourt y Philippe Lannes de Montebello, director durante treinta años del Metropolitan Museum of Art de Nueva York... Alphonse Donatien de Sade no se equivocó cuando proclamó: «El pasado me es indiferente, el presente me electriza y temo poco al futuro».
Fuente: XL semanal
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